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"Dos virtudes que pertenecían al bagaje habitual de nuestros padres, pero que hoy son menos populares, en un mundo que exalta el cambio y la capacidad para adaptarse a situaciones siempre nuevas y diversas. Sin nada que objetar a estos aspectos, que también son cualidades del ser humano, el Adviento nos llama a potenciar esa tenacidad interior, esa resistencia del ánimo, que permiten que no nos descorazonemos en la espera de un bien que tarda en llegar, sino que al contrario hacen que lo esperemos, que preparemos su llegada con confianza activa".