Por la oración, podemos «distinguir cuál es la voluntad de Dios» (Rm 12, 2), y obtener «constancia para cumplirla» (Hb 10, 36)

Palabras sabias: Por la oración, podemos «distinguir cuál es la voluntad de Dios» (Rm 12, 2), y obtener «constancia para cumplirla» (Hb 10, 36). En el número 591 del compendio del Catecismo encontramos estas reflexiones tan adecuadas.

Debemos integrar la oración en nuestra vida. Sin Dios nos falta la respiración cristiana. Si no tenemos su luz, nuestro horizonte se va oscureciendo. Necesitamos a Dios y lo encontramos en la oración. Es bonita la liturgia de la horas: con esta oración de la iglesia adoramos a Dios, pedimos ayuda, damos gracias, damos un sentido sobrenatural a nuestra vida y nos acercamos al buen Dios.

Con Jesús tenemos al maestro de oración. Él mismo nos enseña a rezar, nos propone el Padrenuestro y nos interpela para que recordemos a menudo, mediante la Eucaristía, su victoria sobre la muerte.

La oración es el motor de nuestra vida. No dejemos pasar las ocasiones de rezar. Si no podemos ver tanta televisión, no pasa nada. Dios tiene que ser primero porqué es el primero que nos ama. A Él debemos dedicar generosamente parte de nuestro tiempo. Es gracias a Él que lo tenemos todo.